El rancho y mi barrio tejano

A veces pienso que vivo en un rancho remoto del Norte de México, trasladado a la ciudad de Jiusten.

Hoy en la mañana, como casi todos los días, en la casa haciendo tacos de huevo con papa. En la banqueta frente a mi casa, cuatro hombres gritando, riéndose, chupando cerveza Busch de lata a las nueve de la mañana. Cuando salí de la casa para ir a trabajar, pasa una patrulla de la policia local, baja su velocidad frente a los borrachos pero no se para, ni siquiera les dice algo. La patrulla sigue en su camino y yo también. En la esquina, hay una mujer saliendo de la lavandería, pues es una Washateria más bien. La mujer agarra la mano de su niño pequeño y mantiene en equilibrio una canastota de ropa recién lavada y doblada sobre la cabeza. Sus caderas balancean mientras camina y el viento casi tira la ropa al suelo, pero ella corre para que no se le caiga todo, levanta al niño a su pecho y sigue caminando. En la esquina, dos gallinas residentes del barrio buscan granos en las grietas de la banqueta.




Si no fuera por la cerveza Busch y la Washateria dándole el toque bien tejano a la historia, bien podría estar en cualquier rancho de Nuevo León o de Tamaulipas. Y las mañanas como ésta, me hacen querer más a mi humilde barrio.